viernes, 26 de junio de 2015

EL PATRIOTISMO





De entre los muchos enigmas incomprensibles, el del orgullo por tener la nacionalidad del país en el que lo nacieron a uno sin consultarlo es el misterio mayor.
Es como si alguien se vanagloriara de ser rubio, de medir 1,75 metros o de sentir frío en invierno y calor en verano.
¿Puso algo de su parte y, por tanto puede sentirse alguien orgulloso porque lo nacieran en España, sea un adulto con 1,75 de estatura o sude en verano y tirite en invierno?
No es lo mismo que si de pobre llegara a rico, de mamón de biberón a fabricante de alimentos infantiles o de aguantar impávido el calor o el frió de que los otros se quejan.
Por lo general, el patriotismo en sí no es bueno ni malo pero si evolucionara a patrioterismo, malagueñas tristes porque caería en la tentación de que otro muriera por su patria antes de que él te matara por la tuya.
Eso del patriotismo, a lo largo de la historia, ha sido el argumento favorito de los tunantes para lanzar a los demás a la muerte mientras ellos siguen confortablemente su propia vida.
Los primitivos rojos decían que el patriotismo es un prejuicio burgués, pero no se escandalizan al invocar otros prejuicios, como la lucha de clases, la liberación de los oprimidos o la igualdad social,para que la gente se siga matando.
La disyuntiva entre ser español, pongamos por caso, o marroquí, es tramposa como lo es la de ser opresor u oprimido. La cuestión es, como se cita a Shakespeare, ser o o no ser.
Porque seguir vivo es condición indispensable para poderse sentir uno desgraciado.   

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