martes, 30 de junio de 2015

EL MERITO DE SABER MEAR



El jefe de prensa de un político, por la experiencia del que ha estado 30 años lidiando con ellos, se dedica a convencer a los periodistas de que su señorito no es tan garrulo ni tan inútil como parece y demuestra.
La herramienta principal del jefe de prensa tradicional era la administración liberal del fondo de reptiles, la pasta que recibía bajo mano el que trataba bien a su señorito y que no recibía el que lo tratara mal.
Había otro mecanismo para que el señorito del jefe de prensa cayera simpático al periodista que rechazaba el soborno monetario: el soborno profesional de ser escogido para difundir una primicia informativa.
Había cualidades que se tenían muy en cuenta para escoger jefe de prensa: relación fácil con le mayor número posible de periodistas, habilidad teatral para que el cuento que contara resultara creíble y acceso fácil para confirmar o desmentir una duda profesional del reportero.
Pero el mundo en que periodistas y jefes de prensa se mueven cambia a un ritmo tan frenético que hasta las virtudes que ahora precisa el encargado de las relaciones de un político con la prensa eran antes impensables.
Las fotos lo demuestran: una jefa de prensa, “comme il faut”, como debe ser, tiene que saber mear espatarrada y sin mancharse las faldas en plena calle.

¡TRANQUILA, EUROPA!



Un locutor andaluz, tan de fiar que empeña su palabra como garantía de que la pobre Marisa puede fiarse de lo que promete el anuncio de una clínica sacamuelas, la tranquiliza con un contundente: “Tranquila, Marisa”.
Como la humanidad europea anda estos días cariacontecida con lo de Grecia, emulo al locutor para exhortar: “Tranquila, Europa”.
Si no he entendido mal, el busilis griego consiste en que un socio del eurogrupo no puede ser expulsado por los demás, pero puede abandonarlo voluntariamente.
Primer paso: que todos los socios de Grecia decidan y anuncien abandonar el euro.
Segundo: que, simultáneamente, concierten y acuerden entre ellos la constitución de un grupo igual, pero con distinto nombre.
Tercero: que el acuerdo entre todos los países, menos Grecia, entre en vigor un segundo después de que hayan abandonado el eurogrupo, que solo tendría en adelante a Grecia como socio único.
Siempre habrá hombres buenos y sagaces que, como servidor, salven a la humanidad de los embrollos en que se meten por su imprudencia.
Y no hace falta que nos lo agradezcan, ni que nos erijan estatuas para que los perros se meen en el pedestal y los quintos y las niñeras se arrullen apasionadamente a su cobijo.