sábado, 25 de julio de 2015

LA CULPA DE LO DE ESPAÑA ES DE LA PRENSA



La canallesca, como nos referíamos pomposamente a aquella pandilla que todavía no amortajado el caudillo ya tasábamos con qué tajada de sus sucesores engordar nuestro siempre flaco ego, es la culpable.
¿Da el conocimiento la felicidad?
Rotundamente no.
Es feliz el que ignora, el que cree que la sonrisa no enmascara una amenaza sino que anticipa un abrazo.
Pero la canallesca ignora sistemáticamente todas las promesas de buena fé  y de mejores augurios que los políticos repiten.
Como los de la prensa son carnívoros voraces que selectivamente engullen carne de político, España está no como está: entre los diez paises más desarrollados, con sistema democrático estable, aceptable homogeneidad social y claro progreso hacia la felicidad de sus gentes.
La distorsionada España que describe la canallesca es un pueblo descoyuntado, empobrecido por la rapacidad de sus políticos, azuzados todos contra todos por pura diversión de los que manejan las rehalas.
¿No es España un país de clima ameno, de privilegiada posición en la encrucijada de civilizaciones? ¿No son virtuosas las españolas, nobles los españoles, modestos sus jefes, orgullosos sus pocos menesterosos y desprendidos sus muchos privilegiados?
¿Cómo puede una casta de resentidos, la de los de la canallesca, desvirtuar lo bueno de España para confundirlo con lo que solo es trasunto de su verde envidia?
Tienen, además el descaro de proclamar que lo hacen cumpliendo su sagrado deber de informar.
Hasta el deber más ineludible, si su ejercicio daña la autoestima, el orgullo, la paz y la tranquilidad de la comunidad  merece la pena ser suprimido.
Así que, por el bien de España y de los españoles, acabemos con la libertad de prensa y recuperemos la paz y la felicidad.
Que, como siempre ha sido, el cazador le pegue un tiro al lobo antes de que el lobo se coma a la abuela de la pobre Caperucita.