jueves, 27 de agosto de 2015

LA AGRESIÓN A INMACULADA

LA AGRESIÓN A INMACULADA

Si los rojos creyeran la falacia de que todos somos iguales en la que fundamentan su doctrina, millones de sus secuaces se habrían echado a las calles para condenar en agitadas manifestaciones la paliza a Inmaculada Sequí.
A Inmaculada, una mujer de 19 años con aspecto de niña, la tuvieron que internar sin sentido en un hospital para tratarla por las heridas y lesiones de los energúmenos que la agredieron al grito de ”fascista” cuando salía de su casa para ir a la universidad.
Si los agresores la hubieran atacado por “roja” y no por “fascista”, las comedidas condenas a la agresión habrían originado multitudinarias manifestaciones callejeras.
Y es que los rojos exigen que todos sean como ellos pero rechazan que ellos puedan ser como todos.
“Fascista” es el apelativo con que los rojos descalifican a los que no sean  comunistas, que ahora se identifican a sí mismos como “demócratas”.
Fascistas y comunistas no siempre fueron enemigos y, de hecho, fueron aliados desde Agosto de 1939 hasta Junio de 1941, los meses más cruciales de la Historia de la Humanidad en los pasados dos siglos.
El enfrentamiento que rompió esa alianza coyuntural entre el régimen comunista del ruso Stalin y el nazifascista del alemán Hitler era inevitable, no por sus discrepancias sino por sus coincidencias.
Rojos y nazis compartían el mismo objetivo ilimitado de conquistar naciones y pueblos, ambos fundaban sus regímenes en el sometimiento de la ley a las necesidades de sus políticas y los dos consideraban al ciudadano herramientas que se usan o desechan según convenga a la sociedad en construcción.
Entre esas dos maneras esencialmente idénticas de articular la sociedad, el comunismo ha demostrado que es más fuerte y dañino que el nazismo.
Para erradicar el nazismo bastó la derrota militar del país desde el que se difundía, pero el comunismo sigue contaminando a pesar de su desaparición en la URSS, China y los países de Europa Oriental.
Solo sobrevive oficialmente en Corea del Norte y Cuba pero el soterrado virus comunista todavía provoca erupciones esporádicas en el mundo.
Y el virus nazi-comunista que inocularon a la sociedad todavía sigue patente : de vez en cuando, como en el caso de la agresión a Inmaculada, se disfrazan con el mismo uniforme para castigar a los que se resisten a ser rufianes.