miércoles, 9 de septiembre de 2015

PERIODISTAS Y BLOGUEROS


Eso del periodismo fue desde su inicio una contradicción: ocupación de ociosos.

Hasta que llegó la informática y, con una maquinita llamada teléfono móvil, cualquiera puede contarle a su primo de Tres Marías, Estado de México, que está lloviendo en Peñaflor, un pueblo sevillano de la remota Andalucía española.

Y, para que no dude de la veracidad de lo que dice, le manda una fotografía en la que el de Tres Marías puede comprobar que su primo está tan mojado como aceituna de martíni.

¿Por qué tiene que comprar nadie un periódico para enterarse al día siguiente de lo que pasó el día anterior? Siempre hay un anónimo o conocido comunicante en el lugar del hecho que, gratis, le dice lo que está pasando y lo demuestra con una foto.

Por eso ese dinosaurio del cuaternario, que es el periodista, intenta evitar extinguirse como sus antepasados del Jurásico y, para ello, ha evolucionado a bloguero.

Ha sido una estratagema astuta, pero arriesgada.

El periodista informaba, una ocupación fatigosa en sí misma que lo obligaba a estar presente en el lugar de los hechos, buscar testigos, contrastar la exactitud de lo que digan que vieron con lo que digan que vieron otros, preguntar quien, como, donde, cuando y por que hizo lo que hizo el que lo hizo y, además, contarlo antes de que lo contara otro.

Para evitar tanto engorro, y con la misma justificación que empleó Cicerón para hablarle a Attico de las mismas cosas de las que le hablaban a Flaminino, los periodistas  usaban profusamente a “los observadores” que podían ser conspicuos, atentos, cualificados, objetivos o bien informados.

En realidad, los observadores a los que el periodista recurría expresaban datos y opiniones del propio periodista.

El bloguero, una evolución del periodista, pretende sobrevivir al meteorito de la informática, como no lograron sobrevivir los dinosaurios al meteorito de Yucatán.

En esa atmósfera contaminada por la libertad de información y la igualdad  en el acceso a los medios de transmisión, el bloguero recurre a la opinión diferente y desigual, como somos diferentes y desiguales todos los humanos.

Pero ni así tiene garantizada la supervivencia el bloguero porque la conjunción de presiones, intereses, modas y costumbres acaba igualando a los desiguales y, cada vez con más nitidez, todos los blogueros delatan que, debajo de su aparente individualidad, late un pensamiento único.