martes, 27 de octubre de 2015

EL BRAGUETAZO DE PUJOL



Los hay que, cuando juran o prometen ante el altar o en el juzgado que amará, respetará y protegerá hasta que la muerte los separe a la novia que espera oir esa promesa, mienten como bellacos.
¿Qué piensa por lo bajinis al prometer en falso?
En los cuartos,  los cortijos, las acciones, las cuentas bancarias y los jayeres de la idiota que tiene al lado y con la que al estarse casando está dando un braguetazo.
¿Un ejemplo notorio de comportamiento villano, del que jura en lo que piensa y no en lo que está jurando?
El de Pujol, al que apodaron los ingenuos honorable porque los engañó al creer que, al casarse con Cataluña, esclavizaba su vida para protegerla y servirla desinteresadamente.
Hay dos únicas mentiras que siguen siéndolo millones de años después de que la tierra esté habitada:
Que los hombres son iguales y que, siendo bueno por naturaleza, al ser humano lo pervierte el contagio con las injusticias de la sociedad en la está obligado a integrarse.
En la tierra vivimos siete mil millones y pico de Pujoles programados para engañar a los demás,  si el engaño nos beneficia.
Por eso, el ya villano y antes honorable  Pujol no es peor que los demás humanos. Simplemente, tuvo  y aprovechó la ocasión propicia para llegar a su bienestar a costa del malestar de los demás.