martes, 3 de noviembre de 2015

LA SECESION DE CATALUÑA



¿A qué pérfida Inglaterra culparán los españoles por la segunda mutilación de la España penisular cuando Cataluña se independice?
Con Gibraltar, España perdió 6,7 killómetros cuadrados y un par de miles de sus habitantes. Al independizarse Cataluña, 32.000 kilómetros cuadrados de su territorio y ocho millones de sus habitantes dejarán de ser españoles.
En ambos casos, los españoles y los intereses mezquinos de sus gobiernos serán los únicos responsables.
Cuando lo de Gibraltar, a los que gobernaba no les quedaba tiempo para preocuparse de la integridad de España.
Estaban  absortos en hacerse sitio junto a los dos pretendientes extranjeros al vacante trono de España, tras la muerte sin heredero del último monarca, el Carlos II de la dinastía extranjera de los Austria.
Una mezquindad similar a la de hace tres siglos ha propiciado la secesión de Cataluña: el permanente soborno con cesiones al gobierno nacionalista catalán, a cambio del apoyo de los diputados catalanes al parlamento español para que apoyaran al gobierno del partido claudicante.
Todos, UCD, socialistas y PartidoPopulr enajenaron a favor de los independentistas catalanes porciones cada vez más sustanciales de la soberanía española.
Alentados por las claudicaciones de los partidos que los necesitabn para gobernar en España, los independentistas catalanes incrementaron sin cesar sus exigencias separatistas.
La inminente secesión catalana es consecuencia de la continua escalada de los separatistas en sus exigencias de autogobierno y del entreguismo de los partidos de dimensión nacional para conservar el poder en Madrid.
En el choque de la congruencia separatista con la mezquidad de garantizarse el poder nacional a cualquier precio, la independencia es solo un avance inevitable de los siempre independentistas catalanes y un retroceso más de los partidos españoles, cuyo único horizonte ha sido gobernar para beneficiarse de los privilegios del gobierno.
El momento histórico era el idóneo: la implantación de una falsa democracia, sustentada en el principo de que solamente lo que la mayoría decida es lo que más le conviene a todos.
Hasta el suicidio de un viejo país es perfectamente asumible si la mayoría de sus habitantes rechaza sacrificar su relativo bienestar pasajero para que la España que heredaron sea la misma que leguen en herencia a los futuros españoles.