martes, 1 de diciembre de 2015

PABLO IGLESIAS, NUESTRO HORBIGER

La conjura judeomasónica bajo cuyo triunfo estamos condenados a vivir, nos forzó anoche a ser testigos del debate entre los tres monaguillos  o a apagar el cacharro: ni una película de guerra,  de sexo o violencia como alternativa real a la ficción que es la política.
Así que, como lo más esotérico del debate era Pablo Iglesias,fue el debatiente que captó mi atención, al hacerme recordar sus teorías las de Hans Horbiger, el vienés que engatusó a los nazis con lo de la tierra cóncava y sobre todo con lo de las cuatro lunas.
La que nos queda es la última, así que si no la aprovechamos, los humanos estamos perdidos sin remedio.
¿Qué hacemos? Lo único que puede salvarnos: crear una casta de superhombres para que concentrando las fuerzas de sus mentes, atraigan a la luna hasta una órbita óptima en la que la fuerza de su gravedad cree  gigantescos humanos fuertes y al mismo tiempo nobles y buenos, capacitados para hacer posible lo imposible.
Para Horbiger esa realidad utópica era una humanidad de individuos poderosos dedicados a una causa de esplendor ilimitado.
Para Pablo Iglesias su versión de la utopía horbigeriana será un humanidad placenteramente feliz en la que. sin que nadie trabaje para ganarse el pan, todos puedan ilustrar su esponjosa superficie con el más fino caviar o con la manteca colorá de olor más tentador.
Y lo mejor: sin que engorde al que la devore ni se le repita al que la engulla.
Los nazis, que  creyeron en Horbiger, en su fé tuvieron su penitencia. 
¿Qué nos aguarda a los españoles si creemos las teorías sociopolíticas de nuestro Horbiger particular, del deschaquetado Pablo Iglesias?