martes, 29 de diciembre de 2015

LA REVOLUCIÓN INTERMITENTE

¿Qué se puede hacer frente a una revolución?
Lo más conveniente para el que tema salir perjudicado es sumarse a los revolucionarios con comedido entusiasmo, para que no sospechen que el camisa vieja imprevisto esconde a un contrarrevolucionario.
Para los incapaces de disimular su aversión a la revolución se aconseja esperar tranquilamente a que pase el fervor inicial porque toda revolución, en cuanto triunfe, tiende a moderarse a medida que  a los revolucionarios les convenga conservar lo que ganaron.
A lo largo de la historia y a lo ancho del mundo se ha demostrado que los revolucionarios de hoy son los conservadores de mañana porque, una vez logrado lo que querían conseguir, se obsesionan en conservar lo que nuevos revolucionarios les quieran quitar.
En México, ese pais singular, tremendo y siempre revolucionado porque los mexicanos nunca  han estado conformes con los logros de su última revolución, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se atrevió a intentar la revolución permanente:
Hasta se bautizó con la paradoja de calificar como Institucional su Revolución. Está claro que lo instituido anula lo revolucionario y lo revolucionario contrapesa a lo instituido.
Así que, españoles, tranquilos. Pongamos una generosa bola de opio en la pipa y fumémosla sin preocuparnos demasiado por la Revolución de los Podemitas.

Ya llegará el día en que, para abstraerse de la inquietud con la que amenacen sus conquistas revolucionarias otros revolucionarios, serán ellos los que se encierren en su fumadero.