sábado, 13 de febrero de 2016

LA ESPAÑA ETERNA

El rencor, ese sentimiento tan útil para enmendar el pasado, es indispensable  para que los descontentos construyan un presente que generará aversión en el futuro.
Esa es la historia de ésta España, de su presente y del futuro al que están irremediablemente condenados los españoles que, como Penélope,  deshacen por la noche el sudario que durante el día han estado tejiendo.
Franco estuvo deshaciendo durante 40 años lo que se había tejido antes, como los moros hicieron con la obra de los romanos, los cristianos con la de los moros, los austrias uniendo los fragmentados reinos cristianos y los borbones forzando la consolidación de la unidad aparente de los austrias.
En el siglo XIX la actividad de la Penélope española se vio acometida por el frenesí: se destejía inmediatamente lo que se había tejido hasta un cuarto de hora antes.
Nada de lo hecho durante el minuto anterior  valía el minuto siguiente.
¿Y ahora, qué?
Lo que Franco había hecho, y deshecho en parte la Transición, ese contubernio tan elogiado que consistió en repartir lo que el dictador había unido, entre los dictadores partidarios que lo sucedieron a su muerte, se quedó corto.
Hay que volver a fragmentar y repartir entre los que no tuvieron ocasión de medrar en el prorrateo postfranquista lo que ahora reclaman tener y no tuvieron.

Por eso España es y será eterna. Un enjuague ininterrumpido para que los buitres se repartan los menguantes despojos de la vaca muerta.

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