domingo, 8 de mayo de 2016

BUENOS Y MALOS

Antes de que derribaran el muro de Berlin, cuando los malos vivían en la parte de allá del muro y los buenos en la parte de acá, todo era más sencillo que ahora: los malos vivían en la parte de allá y los buenos en la de acá.
El indicio por el que, desde que cayó el muro, permite identificar a buenos y malos ha cambiado: los primeros comen carne de cochino y beben vino a cara descubierta y los malos comen carne de borrego y apagan la luz para que no los vean beber vino.
En España, donde cada cual come y bebe sin esconderse lo que quiere y puede, trazar la frontera moral entre buenos y malos es diferente, pero lo mismo de eficaz.
Malos son los que en las casi cuotidianas elecciones votan al Partido Popular y buenos todos los que no lo voten.
Identificados los buenos y los malos españoles, solo queda conciliar el método para alcanzar la convivencia civil:
a) ¿Ilegalizamos y exterminamos a los que voten al PP para que, muerto el perro se acabe la rabia?
b) ¿Suprimimos las elecciones y, al no saber quien vota al PP y quien no, todos los españoles serán solo sospechosos de ser buenos o malos?
La supresión de las elecciones, ojo, podría originar un conflicto peor que .el que ahora provocan:
¿De qué hablaríamos los españoles si no habláramos de la amenaza que el PP representa para España?

Sugiero que debatir sobre la metempsicosis, que es la transmigración de las almas de los recién fallecidos a los a punto de nacer sería, si no tan entretenido como la política, igual de inútil.

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