martes, 19 de julio de 2016

SI IGLESIAS QUISIERA,SANCHEZ PODRÍA


La derechona de toda la vida (PP) y la tímida derecha vergonzante (Ciudadanos) han sumado los votos de sus esbirros parlamentarios para poner de presidenta del congreso a una allegada, y ya se creen que porque la primera mata era de orégano, todo el monte es orégano.
Pero si el travieso Pablo Iglesias tuviera la mitad de la maldad que servidor tiene, sus risas terminarían en llanto.
¿Qué haría servidor y qué debería hacer el joven Iglesias? Lo que sospecho que no hará porque Iglesias se las da de torvo facineroso y no pasa de hinchapelotas travieso.
En la elección de presidente del gobierno, cargo desde el que de verdad se manda en España porque es el que reparte los cuartos del Presupuesto Nacional, Iglesias debería votar y mandar a sus secuaces que votaran a Pedro Sánchez, que con tal de poner en su tarjeta de visita “Presidente del Gobierno” hará lo que le digan y hasta lo que se imagine que le han dicho.
Súmense a socialistas y podemitas los diputados al Congreso Español de los Diputados mandatados por su jefes para acabar cuanto antes con España, y tendremos 169 diputados cavernícolas (PP y Ciudadanos) contra 180 diputados progresistas (socialistas, podemitas, separatistas de distinta gradación), con lo que habría seis de relleno para llevar, a España y al Estado Español, a donde Riveras y Rajoyses no quieren que vaya: al caos.
En el hasta ahora aparentemente maléfico talento de Iglesias está la decisión de que España se descoyunte o siga desvaneciéndose de manera paulatina.
Y ni el melífluo y ambicioso contenido, que hasta ahora ha sido Pedro Sánchez, podrá impedirle a Iglesias que ordene a su tropa votar a su favor para presidente del gobierno: hasta le sobran seis votos `para que el dirigente socialista pueda y no ha podido hacer con esa cosa abstracta y pasiva conocida por España.

La España que con el voto de sus podemitas le daría Iglesias a Sánchez dejará de ser lo que hasta ahora ha sido,  y será lo que ni el más torvo pesimista puede vaticinar lo que va a ser.

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