miércoles, 7 de septiembre de 2016

BIEN Y MALEDUCADOS

La buena educación es la máscara amable tras la que la burguesía esconde su instinto feroz.
Mariano Rajoy, el presidente pro témpore del Gobierno, es un burgués redomado porque preside un partido burgués, el Popular, sanguijuela política que engorda gracias a la sangre que chupa al proletariado.
Y, como burgués y paradigma de la burguesia parásita, es educado.
Lo demuestra que haya estado hablando durante diez minutos “en torno cordial” con Pedro Sánchez, que lo llamó para sondearlo sobre sus intenciones sobre  “lo suyo”, la obsesiva pretensión del socialista de que lo nombren presidente de Gobierno como premio a sus reiteradas pérdidas de elecciones.
Hay un par de síntomas que marcan la diferencia entre Rajoy y Sánchez, del Partido Popular burgués el primero y secretario general obrero el segundo:
a) que Rajoy gana todas las elecciones que Sanchez pierde.
b) que el burgués no logra que el obrero conteste a sus llamadas, mientras que el obrero no contesta a las llamadas del burgués.
¿Y esas son las únicas diferencias?

Son las más llamativas porque, en el fondo, los dos  comparten idéntico propósito: mandar para que quienes los obedezcan (cuarenta y tantos millones de españoles) les rian las gracias y le digan “eres el más grande”, como a Marcial.

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