jueves, 27 de octubre de 2016

IRA O RETRANCA



Como hay gente para todo, las hay que en las controversias parlamentarias prefieran oradores a los que les mueve los labios la ira y otros que recurren al sarcasmo.
Los primeros sirven para que, enajenados por la cólera que les ha transfundido la violencia oral del  discursante, no dejen piedra sobre piedra y derriben tanto las que estorban como las que soportan el peso del edificio.
Todas las barbaridades cometidas en tiempos de revolución, y lamentadas cuando la revolución se aburguese, empezaron con discursos de oradores irritados.
¿Por qué?
Porque discursantes como Pablo Iglesias alientan las pasiones hasta desbocarlas para que, como caballos sin embocadura, se precipiten a una carrera suicida.
Hay otra técnica dialéctica que, como Mariano Rajoy,  usa la sorna, la ironía, la retranca, como recurso para imponer sus razones.
¿Cuál de ellas es más eficaz?
Evidentemente, la que mejor haga llegar el mensaje que quiera transmitir al auditorio al que pretenda convencer.
Pasión y razón se oponen porque la razón modera las pasiones y las pasiones obnubilan la razón.
Por eso convence a sus auditorios el Mariano Rajoy irónico que habló hoy en la sesión de investidura y el Pablo Iglesias vehemente exacerbó las pasiones de los ya previamente irritados.

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