miércoles, 16 de noviembre de 2016

LA EDUCACION



A la única de las siete leyes de educación aprobadas a propuesta del Partido Popular la sentenció anoche el Congreso de los Diputados, que con los votos de todos los partidos menos los del que la patrocinó, quedó congelada en espera de la que la sustituyan.
Siete leyes reguladoras del servicio público que es la educación se han sucedido desde la primera en 1980, y todas apadrinadas por el Partido Socialista, que hasta derogó antes de que entrara en vigor la impulsada por el Partido Popular de José María Aznar.
 Como único impulsor de todas las leyes educativas de España, al Partido Socialista hay que reconocerle el mérito o reprocharle el fracaso del servicio público que es la Educación.
Sería lógico, por lo menos para enjuiciar su solvencia o su inepcia, juzgarlo a la luz independiente de árbitros neutrales, por ejemplo a organizaciones educativas no españolas.
Se llega asi a la conclusión de que los baremos de los organismos internacionales coinciden en que todos los paises europeos, salvo Portugal, preceden a España en las listas de los mejores sistemas de enseñanza.
¿Por qué, entonces, el Partido Socialista hizo una vez más causa de honor la derogación de la única ley educativa no patrocinada por ellos?
¿Es del Partido Socialista toda la culpa del evidente fracaso escolar en España?
No toda.
¿Qué esperan de los planes de enseñanza los alumnos y los padres de alumnos?
Deberían exigir el gradual aprendizaje para que con aplicación y constancia, el alumno se habitúe a alcanzar metas que se fije cuando, en el ejercicio de su profesión, tenga que competir con los que les disputen el éxito.
Y, sin embargo solo aspiran a poder presentar la acreditación oficial de que superó las pruebas académicas que les exija el contratador para ocupar un puesto de trabajo.
Los alumnos y sus padres quieren ante todo aprobar, y que sus hijos aprueben el curso que les exigirán para encontrar empleo.
(Los padres, o muchos de los padres, esperan de la enseñanza que tenga ocupados a sus hijos durante las horas en las que ellos estén trabajando).
¿Son solamente los alumnos y los padres de los alumnos los responsables de un sistema de enseñanza fracasado?
No.
Los trabajadores de servicios públicos, como el de la enseñanza o la atención médica, están afiliados a, o simpatizan con, el Partido Socialista y sus sindicatos afines.
Lo demuestra la participación masiva de empleados de esos servicios a manifestaciones contra planes educativos o de asistencia sanitaria y hospitalaria.
¿Protestan porque enfermos y alumnos son mal atendidos, o porque la atención a enfermos y alumnos les exigiría un esfuerzo que perjudicaría su bienestar?
El bien de los alumnos y enfermos, que debería tener prioridad en la preocupación de profesores y maestros, se ha subvertido.
Los alumnos y los enfermos son, al fin y al cabo, el pretexto para que los que trabajan en esos sectores tengan una vida lo más plácida posible.
Por eso, si la exigencia de calidad se opone al deseo de comodidad, se sacrifica la calidad a la comodidad.
Al fin y al cabo, manda el Partido que consiga mayor número de votos, no el respaldado por los más  votantes más sensatos.

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