viernes, 1 de enero de 2016

LA CANSATIVA POLITICA

La morriña entristece el alma del que la saborea, saudade es nostalgia pasiva de lo que se tuvo y no se tiene y añoranza es un tenue anhelo imposible: que el pasado sea presente y el presente pasado.
Debería consultar a un sicoloco para que me diagnostique si, como me temo, sufro un desajuste mental y, en caso afirmativo, si es morriña, saudade o añoranza.
Esta es la sintomatología que me ha inducido a una decisión tan radical:
Llevo demasiados años tan saturado de oir hablar de política que hasta podrían parecerme discursos electorales los inminentes requiebros primaverales de la mirla.
A mí, la denostada dictadura no me parecía ni bien ni mal hasta que me fuí a estudiar a Madrid, donde me contagié de la incipiente epidemia antifranquista.
¿Cómo se puede rechazar lo que se desconoce? ¿Cómo se puede escoger entre la cara y la cruz de una moneda, si uno ni se ha fijado en que la moneda tiene un dibujo en el anverso diferente del reverso?
Hasta mediados los sesenta, los llamados españoles por vivir en un país conocido antiguamente por España, hablaban de cosas trascendentales: fútbol (Real Madrid o Atlético de Bilbao) y toros (El Cordobés o Manuel Benítez , conocido en el pueblo en que los dos nacimos como El Renco).
A partir de entonces, los españoles solo hablan en general de política y, en particular de democracia.
(Tanto ignoran los asuntos de los que hablan que todavía se creen que los políticos sacrifican sus intereses personales en favor de los interereses de los ciudadanos).
Medio siglo oyendo a todos hablar de política, evidentemente, son suficientes.
Ya es hora de volver a hablar de asuntos de más enjundia: “paulo maiora canamus” (cantemos a asuntos más elevados), que dijo Virgilio.
Y que el fútbol (Real Madrid) centre las conversaciones de los españoles.

De toros, ni pensarlo. Es una salvajada más salvaje que el terrorismo islámico  que, al fin y al cabo, solo mata a personas y no a animales.