jueves, 21 de enero de 2016

ROBAR


 Robar es una actividad humana muy antigua, placentera y peligrosa: Si te sorprenden robando te la cargas, a menos que el ladrón sea más fuerte que la víctima.
Entre esos ladrones con bula para robar se encuentran, naturalmente los gobiernos de esos países de habitantes masoquistas que, cuanto más los haga sufrir el gobierno, más respaldo le dan.
Son los países que implantan ese sistema apodado democracia.
Un suponer: la gente está hoy (o debería estar) contentísima, porque ese fluido que permite activar su economía, llamado petróleo, se cotiza a 28,24 dólares el barril y al llenar el depósito de sus coches lo paga a algo más de dólar por litro.
El 15 de Julio de 2008, cuando el precio del barril era de 145 dólares, el litro de gasolina costaba 1,30 dolares.
Como se supone que el avance imparable de la tecnología habrá permitido en éstos ocho años abaratar los costes de extracción, transporte y refinado del  crudo para convertir lo que sale del subsuelo en lo que permite a los vehículos rodar por el suelo, las gasolineras deberían incentivar el consumo de sus carburantes regalando un chupa-chup al que se lo lleve gratis.
Dicen que la culpa de que la gasolina no baje proporcionalmente a lo que ha bajado el precio del barril de petróleo es culpa de los impuestos con que los carga el gobierno.
Debe ser verdad porque la existencia del gobierno se justifica por la imperiosa necesidad de los ciudadanos de que le hagan la vida tan poco placentera que vivir sea morir a plazos.
Pero puede que no sea solo culpa del gobierno este sinsentido. Las compañías extractoras, transportadoras, transformadoras, distribuidoras y vendedoras de los derivados del crudo cada día son más prósperas.

El que proporcionalmente se beneficia menos es el consumidor, el pagano.