domingo, 31 de enero de 2016

SORPRENDENTE SÁNCHEZ

La  pícara filigrana de Pedro Sánchez al invocar a la mayoría sin nombres para desautorizar a una minoría conservada en alcanfor en el baúl de la historia ha sido sorprendente.
Tan sutil que no pudo idearla Sánchez, una fuerza de la naturaleza que acomete sin pensar y que, hasta ahora, parecía incapaz de caminar mientras masticaba chicle.
Porque la maniobra de recurrir a las bases para empinarse a la presidencia del gobierno es desarticular el armazón democrático de una organización que, como el PSOE, la  estructuró para eludir los riesgos dictatoriales de las democracias asamblearias y populistas
La propuesta de Sánchez deja de lado las cautelas intermedias para llegar al poder, que es el objetivo final de la política, tanto para las dictaduras como para las  democracias.
Fuera las caretas que enmascaran la ambición del mando: si mandar es lo que importa, ¿parta qué andarse con las pamplinas de las formas?
La democracia era el camino sutil para alcanzar el poder, una mera fórmula para disimular la ambición que, en un momento dado, entorpece el logro del objetivo, ¿por qué, pues,  no obviar la fórmula?
Hay que agradecer a Pedro Sánchez la audacia de sortear a los notables de su  partido para recordarles que su pasado pasó y que el futuro se forja en el presente y pertenece a los que, como ellos en su día, ambicionan forjar su porvenir.

Y el  poder que reclaman lo lograrán respaldando a Sanchez, el presente actual sobre el que llegarán al poder mañana los que sigan hoy al secretario general socialista.