martes, 2 de febrero de 2016

SER Y PARECER

A éste Partido Popular, que buen y pronto fin tenga, está a punto de pasarle lo que le pasó a Cornelia, la segunda esposa de Julio César el de las Galias que, por lo que cuentan, era guapa pero un poco tonta.
Se dice que un apuesto donjuan se disfrazó de mujer para colarse en una fiesta apta solo para hembras, con el propósito de ligarse a la mujer del César.
Los chismes lo indujeron a divorciarse de su parienta después de proclamar, según Plutarco, que “la mujer del César, además de ser honesta, debe parecer honesta”
Que se aplique el cuento el Partido Popular porque, desde hace años,  no hay día en que de alguno de sus dirigentes no se diga que se ha llevado la honra, las bragas y los cuartos, cuya custodia les había sido encomendada por los votantes.
¿Qué futuro aguarda a un partido político con mala fama? El que pagó con el divorcio la incauta y ligera de cascos mujer de Julio César.
Parece que a los españoles los está calando tan hondo la bien adquirida mala fama del Partido Popular que más les valdría divorciarse de él para no pasar por consentidores.
 Los españoles, si decidieran huir en bloque del Partido Popular, no lo harían para alistarse en otro mejor, sino menos malo porque todos los que mancharon sus dedos al meter mano en el poder sacaron los dedos sucios.
Los de Podemos son comensales precoces porque todavía no ha metido cuchara en el guiso nacional y se han pringado ya en potajes extranjeros.
Visto lo visto, y en previsión de lo que queda por ver y saber del Partido Popular, ¿qué pueden hacer sus militantes y los que los votan?

Salir de estampida y coger sitio en la cola de Ciudadanos, que ofrece un menú similar al que están acostumbrados y que todavía no huele a podrido.