miércoles, 6 de abril de 2016

VOTAR: SÍ O NO, CUÁNDO Y CUÁNTO

Puede que sea muy torpe o que haya tardado casi 73 años en descubrir que no soy español sino que nací en Babia y, realmente, debo ser babiano y no español.
Porque, hasta ahora, no había caído en la cuenta de que español puede que no lo sea, ya que no me preocupa lo que  preocupa a los españoles que, según las encuestas que publican los periódicos de España,  están que no viven en sí porque, a lo mejor, tienen que volver a votar.
Puede que sea que estos españoles de ahora sean extraterrestres con apariencia de aquellos españoles que, hasta anteayer, eran desgraciados`porque un caprichoso no los dejaba votar.
¿Es la satisfacción personal del español directa o inversamente proporcional a la frecuemncia con que pueda votar?
¿Es más satisfactoria la vida del español que durante ella haya votado más veces, la del que haya votado menos o hay un tope antes del cual uno es feliz y depués del tope desgraciado?
¿Vivimos los españoles para votar o votamos para vivir?
¿Es suficiente votar para ser felices o hay que esperar un día, un mes, o un año para que el votante se convenza si  dejó de ser desgraciado para ser feliz gracias a la votación?
¿Será conveniente sustituir el hábito de mear en cuanto el español se despierte por el de votar, para que el resto del día sea placentero y no desapacible?
¿Tiene cada español un tope individual para votar que, como el de  comer, marque la frontera entre la desnutrición y el empacho?
Urge convocar a la población para que se pronuncie sobre:
a) si votar es bueno o malo.
En caso de que consideren que es bueno votar, en una nueva elección deberían decidir:
b) si debe votarse cada media hora, cada día, cada mes o cada año y,

c) si el hombre vive para votar o vota para vivir.