domingo, 24 de abril de 2016

ESPAÑOLES ETERNOS DE LA ETERNA ESPAÑA

“Los hispanos tienen preparado el cuerpo para la abstinencia y la fatiga, y el ánimo para la muerte: dura y austera sobriedad en todo. En tantos siglos de guerras con Roma no han tenido ningún capitán sino Viriato, hombre de tal virtud y continencia que, después de vencer los ejércitos consulares durante 10 años, nunca quiso en su género de vida distinguirse de cualquier soldado raso. Los hispanos prefieren la guerra al descanso y si no tienen enemigo exterior lo buscan en casa.”
Pompeyo Trogo, historiador galo-romanizado.
De donde hubo, siempre queda y, por eso, una joven bella será una vieja bella y un español belicoso seguirá siendo un español pendenciero aunque el intervalo entre esas dos condiciones sea de veinte siglos.
¿O es que los españoles de ahora no son como los que describíó el tal Trogo?
Como loe españoles han renunciado a pelear con el enemigo exterior porque, desde hace veinte siglos todos los extranjeros los han derrotado, conservan la tendencia a la guerra, solo que entre ellos mismos mismos.
Gran acierto porque los españoles hemos comprobado que en una guerra civil, por lo menos una parte de los combatientes gana, aunque la otra pierda porque, que pierda la mitad,  es más soportable que si pierden todos.
También el paso del tiempo ha enseñado a los españoles que, si lo importante es acabar con el enemigo compatriota, no necesariamente es imprescincible hacerlo a garrotazos, una actividad fatigosa y no exenta de peligros, más para los que pierden que para los que ganan, pero arriesgada para todos.
Por eso , llevan cuarenta y pico años intentado acabar unos con otros en  incesante guerra política, que permite los mismos resultados que la lucha armada, aunque esté mejor vista porque la política es una forma más de guerra, pero con métodos menos escandalosos.
Y, ¿seguimos los españoles padeciendo la misma sobriedad que nos diagnosticó el historiador Trogo?
Seguimos porque solo aspiramos a vivir con lo que el Estado dé a los que no trabajen lo que les quite a los insensatos que lo hagan.
Eso sí: todavía no se ha logrado que los que vivan sin trabajar de lo que el Estado le quite a los que trabajen vayan de vacaciones a los mismos sitios, tengan el mismo último modelo de cachivache informático o se hagan poner multas de tráfico con coches idénticos a los que, con sus impuestos, subvencionen sus coches de menos cilindrada.

Pero, si la lucha política sigue tan eficaz como hasta ahora, todo llegará.