lunes, 2 de mayo de 2016

DE LA QUE NOS LIBRÓ RAJOY

Seamos originales comparando la vida con un  cruce de caminos (carrefour en francés o croosroad en inglés), que el que acierta llega a donde quiere llegar y el que se equivoca, como el avión indonesio que despareció camino de Pekin, cae a seis mil kilómetros de distancia y en dirección opuesta a su destino.
Pues lo que le pasó a Rajoy al darle largas al Ciudadano Rivera cuando le solicitó una entrevista para negociar una posible conjunción poselectoral parecía un error que ahora se ha demostrado un acierto. 
¿Qué hubiera ocurrido si Rajoy, en vez de dar la callada por respuesta le hubiera abierto las puertas con animo negociandi a Rivera?
Que los rojos del PSOE y los escarlata de Podemos habrían gritado alarmados: “Tate”y, para contrapesar los efectos de una inminente confabulación fasciderechista, la habrían contrarrestado con otra “frentepopulista-comunista”.
Y se habría liado, inevitablemente, el lio.
Como en aquel verano del 36, los españoles andaríamos ahora afilando dientes y sables para descuartizarnos entre nosotros y acabar con el único enemigo que los españoles tenemos: nosotros mismos.
En definitiva, que el alma cándida que es Rajoy volvió a acertar al no hacer nada quedándose como el Braulio, impávido, mesmerizado, afanándose en la descansada ocupación de la meditación pasiva.
¡Qué envidiable país sería España si los españoles nos, pareciéramos menos a Pedro Sanchez, que lo quiere hacer todo y todo lo hace mal, y más a Rajoy que, como dicen que hacía el Invicto, clasifica en dos montones de carpetas los problemas:
En uno de los montones apilaba los asuntos “pendientes” y, en el otro, los “resueltos”.

Su trabajo  para salvar a España consistía en pasar al segundo montón los apilados en el primero.