domingo, 29 de mayo de 2016

CORPUS CHRISTI



Aunque no sea jueves, este domingo de mayo reluce más que el sol.
Es el día de la procesión del  Corpus Christi, una de las tres festividades que a los cristianos les parecían de más relumbrón que la fecha en la que cobraban la paga, su torero había salido a hombros o su equipo había goleado a su eterno rival.
El calendario laboral ha desplazado a domingo éste día para que, al coincidir con un festivo laboral, no se sume a las festividades del trabajo, la constitución o los lunes de resaca posferiales.
Y es que el hombre de ahora no ha venido al mundo para alabar, servir a Dios y mediante ello salvar su alma, como creía el antiguo San Ignacio de Loyola.
Los modernos santos laicos que son lo políticos han impuesto que la función del hombre es votar, pagar impuestos los que los paguen y, los demás, vivir de los impuestos que paguen los pocos que trabajen para que no lo tengan que hacer los que trabajar no les guste.
En éste domingo final de Mayo, el sol reluce, y no deslumbra tanto como en los jueves de Corpus de antes.
   Unas nubes amables y oportunas aspergieron ayer con su hisopo el agua bendita que todavía hoy esparcía su fresco aroma.
La Custodia que aprisiona la hostia que es el Cuerpo de Cristo pasa ahora sobre calles asfaltadas y no sobre las empedradas de antes, ni ahora las alfombran con  juncias aromáticas.
Si el Corpus Christi de ahora no es el de antes,¿por qué se sirgue celebrando?
Porque cambió la apariencia, no la esencia.
Visten sus mejores galas hombres y mujeres que siguen convencidos de que la oblea emplatada en la custodia es realmente el Cuerpo de Cristo, el dios conceptual hecho humano tangible, que redujo su eternidad a la temporalidad para que pudieran enterderlo los que solo creen lo que tocan y lo que ven.
Es como las elecciones para los demócratas: reducen la democracia a la liturgia de votar.
Y en el Corpus de ahora no ha cambiado tampoco lo que también distinguía al Corpus de antes: esos niños de ahora, hombres y mujeres del futuro, que ellos cubiertos de uniformes marineros o blancos atuendos de opereta y ellas anticipando el blanco atuendo de la boda ritual, anteceden al Cuerpo de Cristo.

Niños y niñas que en primavera comulgaron por primera vez y que, dentro de unos años, se emparejarán para que la vida sobreviva a los hombres y mujeres que la interpretan.