martes, 31 de mayo de 2016

¿HABLA SANCHEZ A TONTAS Y A LOCAS?

Por fin, el ocurrente Pedro Sánchez se ha aclarado: ya sabemos que el estado federal que propone, y que en comparación con el actual de las autonomías sería un desatino todavía mayor, consistiría en una confederación limitada de dos estados españoles: Cataluña y España, en el que tendría que encajarse el resto de los actuales estados federados en autonomías.
(Uno, se maliciaba que a Sanchez le gusta hablar a tontas y a locas, al contrario que a don Jucinto Benavente, y que no es más que un ocurrente parlanchín: dice lo que se le ocurre y después matiza o desmiente lo dicho).
Hoy dicen los periódicos que “Los socialistas ofrecen una reforma constitucional hacia un estado federal que reconozca la singularidad catalana”.
Un Estado así, por mucho que lo ignoren los cuates de Pedro Sanchez en El Pais, sería más complejo e inoperante que el actual y ya fracasado de las autonomías porque sería:
a)Una Confederación de Estados entre España (menos Cataluña) con el Estado Catalán y,
 b) Una federación del resto de España, que se relacionaría con el Estado Catalán a través del Estado Español (sin Cataluña).
Y, a efectos prácticos, ¿qué supondría?
Que un peluquero de, pongamos Secuéllamos, tendría que rotular su barbería de acuerdo a las normas de su  comunidad autónoma, que debería conciliarlas con las de las otras autonomías (excepto Cataluña) y, posteriormente, el Estado Federal Español (o autonómico) conciliarlas con las del Estado Confederado Catalán.
¿Qué consecuencias cabe esperar de la ingeniosa propuesta de Sánchez?
1.- Que después de que entrara en práctica los españoles nos entenderíamos menos que ahora, que ya no nos entendemos nada.
2.-Que dentro de cien años se podrán hacer películas como las que los americanos hacen de su guerra civil que,(a ver si nos enteramos), no empezó por la liberación de los esclavos negros que ocurrió al tercer año de la guerra.
El cañoneo de Fort Sumter, con que empezó aquella guerra, lo provocó que hubiera estados partidarios de su propia soberanía particular y otros que defendían una única soberanía nacional para todos los estados de la Unión.
Así que Pedro Sánchez seguramente habrá hablado nuevamente sin saber lo que dice, o quiere que la guerra dialéctica en la que llevamos desde poco antes de que se muriera el Invicto suene más fuerte que las tracas de las Fallas de Valencia.

Algo queda claro: que Sanchez, callaíto, mete menos la pata que cuando habla.