jueves, 2 de junio de 2016

AUTORIDAD

Imagínense lo inimaginable: que hubiera en España alguien cuya autoridad fuera reconocida por sus cualidades y no por el uniforme que vista ni por el cargo que detenta.
Y que, una noche cualquiera, las emisoras de radio y las estaciones de televisión interrumpieran sus programas habituales para que, en su lugar, apareciera esa persona de autoridad y dijera: “Señores, a partir de éste momento, en España se acabó el cachondeo”.
¿Haría falta que los comentaristas profesionales, que lo mismo explican la bondad de la pluralidad que la necesidad de la igualdad, aclararan lo que quiso decir?
¿Lo entenderían los que se creen con más derecho a violar la ley que que los encargados de hacerla cumplir?

Para confirmar o rechazar la duda, como para revalidar cualquier formulación teórica, sería imprescindible la experimentación práctica.