domingo, 5 de junio de 2016

INCOMPATIBLE VIVIR Y TRABAJAR



“El condenado por desconfiado” es una obra que Tirso de Molina escribió en aquellos siglos de oro en los que los españoles desconfiaban de todos y, por eso, con todos estaban siempre en guerra.
Desde luego, del recelo de los españoles no se libraban ni los españoles mismos: era obligatorio rezar a voces y estaba prohibido hacerlo mentalmente y en silencio, no fuera que el de al lado le estuvieran rezando a Alá o Yhavé, dioses enemigos.
De la desconfianza en el prójimo nace la sospecha nacional de que los demás españoles son malos, o al menos peores que uno mismo.
Y, además de desearle el mal al que es malo, ¿qué se debe hacer para que pague su maldad?
Obviamente, no sólo desearle todas las desgracias, sino cooperar para que las sufra.
Los partidos españoles de izquierda, que lo son todos con mayor o menor intensidad porque de derechas no hay ninguno, aplican a sus programas políticos esa característica definitoria de lo español.
( El Partido Popular, además de no ser de derechas, rechaza que es de derechas con la ira del asesino al que pillan con el cuchillo en la mano y chorreando sangre del cadáver que yace a sus piés).
El Popular es el único de los que concurren a las elecciones de Junio que promete bajar los impuestos, para congraciarse con los votantes.
Se equivoca.
Porque lo que los votantes españoles (sobre todo de izquierdas) quieren no es pagar menos de lo poco que ahora pagan, sino que a los que pagan más que ellos los obliguen a pagar todavía más para que, por fin, sepan lo que es ser pobres.
Esos del PP se creen que los españoles somos como los ingleses o los americanos, tan ingenuos que el ejemplo que proponen que todos imiten es el del “self made man” el hombre que se ha hecho a sí mismo.
Y eso no tiene mérito. El que trabaja y no se gasta más de lo que gane no trabaja para vivir porque vivir es disfrutar de la vida y una vida de trabajo y sin gastar en disfrutar lo que se gane, y algo más, es esclavitud.
 ¿No es mejor no trabajar, o trabajar lo imprescindible para que parezca que lo haces, y disfrutar de lo que te den de lo que le quitan al que disfruta trabajando?
Y eso sí: hay que desconfiar de los que trabajan y ganan por trabajar porque parte las ganancias las ocultan o se las llevan al extranjero.

Una injusticia contra sus compatriotaes pobres, o menos ricos que ellos, y por tanto con derecho a gastar lo que los que no tienen tiempo de gastarlo porque prefieren dedicarse exclusivamente a trabajar.