Sevilla
es lo mejón der mundo y quien no habla de Sevilla porque quedó maravillado al
visitarla lo hace porque sabe que no
será feliz hasta que lo alegre la gracia de sus gentes, el aroma de sus
jardines, el gentil talle de sus mocitas.
Pero
eso se puede y debe aplicar a la Sevilla ciudad, no a quien se apellide Sevilla
y del que, en los últimos dos días, se está hablando tanto como de la Sevilla
ciudad en los dos últimos siglos.
¿Que
por qué se habla tanto de la ciudad de Sevilla como del ciudadano Jordi
Sevilla?
Pues
porque, Jordi Sevilla, que fue ministro
con un gobierno socialista anterior, y quiere volver a a serlo con un
improbable gobierno socialista próximo, quiere que sea el presidente del
gobierno próximo el candidato que, sin necesidad de mayoría absoluta o
relativa, tenga más respaldo de los diputados.
¿Y
qué hacemos con la Constitución, que no prevé esa alternativa?
Puntos
3 y 4 del Artículo 98 de la Constitución:
3.-“Si
el Congreso de los Diputados, por el voto de la mayoría absoluta de sus
miembros, otorgare su confianza a dicho candidato, el Rey lo nombrará
Presidente. De no alcanzarse dicha mayoría, se someterá la misma propuesta a
nueva votación 48 horas después de la anterior y la confianza se considerará
otorgada si obtuviera la mayoría simple”.
4.-
Si efectuadas las citadas votaciones no se otorgase la confianza para la
investidura, se tramitarán sucesivas propuestas en la forma prevista en los
apartados anteriores”.
Es
decir, que lo que Sevilla propone es anticonstitucional, a menos que todos los
Diputados, previamente, den su palabrita del Niño Jesús de que, cuando el nuevo
gobierno presidido por Pedro Sánchez y con Jordi Sevilla como ministro de
hacienda o economía, reformarán la Constitución para que incluya la modalidad
aplicada para que Sanchez y Sevilla manden.
¿Y
si después no cumplen lo que prometan?
Sevilla
y Sánchez son personas honorables que solo incumplen lo que prometen si no les
conviniera cumplirlo. No sea desconfiado.