martes, 21 de junio de 2016

EL TABOR



Nos quedan a los españoles cinco días de sólo 24 horas cada uno para disfrutar de ese período glorioso, el más apacible de la tumultuosa historia de España, que empezó tres meses antes de las elecciones generales del pasado diciembre.
Todo lo bueno se acaba y, cuando se acabe el 26 de Junio, los españoles lamentarán que esos nueve meses, si no de felcidad al menos de tranquilidad, hayan durado tan poco.
Cuando el tiempo pase y estos plácidos meses se añoren como la “dichosa edad y siglos aquellos” que citaba Cervantes, lamentaremos que un San Pedro no haya intentado convencer al Jesús transfigurado para seguir como estamos ahora, en el Tabor, para no cambiar a fatalmente peor.
¿Es el español masoquista por naturaleza? ¿Es feliz únicamente cuando un político sádico (todos lo son), les impone el cumplimiento de leyes que lo hagan desgraciado?
¿Le gusta más al español rascarse la sarna que la beatífica paz del bebé recien bañado y espolvoreado con talco?
Pues no se hable más: atropéllense camino de esa caja con ranura llamada urna electoral y, el 26 de Junio, elijan un gobierno que les haga la vida imposible.
Como el maestro D,Òrs, que cuando se hacía leer lo que había dictado y le parecía que todo se entendía perfectamente, animaba a su secretaria: “si está claro, oscurezcámoslo un poco”.