martes, 12 de julio de 2016

ANTI ANTITAURINO

Si en vez de tener la desgracia de nacer persona humana hubiera nacido toro, sería anti-antitaurino.

¿Por sentimiento de repulsa a los antitaurinos? ¿Por la gloria a la que, como toro de lidia podría aspirar y que se traduciría en sonoros aplausos de los espectadores de las plazas de toros y que culminaría con la vuelta al ruedo después de que me hubieran estoqueado?
Nada de eso. Por pura y egoista conveniencia.
Imagínense los que en su vida han visto un toro de lidia que hubieran nacido toro de lidia y que, al pasar de becerro a toro, una de las astas llamada también cuerno le sale chueca: retorcida, medio atrofiada o humillada hacia el suelo y no arrogante contra el cielo.
¿Sería esa suerte desde el punto humano suerte para el becerro bravo o su mayor desgracia?
Tiene la suerte de que, por culpa de ese cuerno, ya no sirve para que cuatro años después se lo carguen a puyazos del picador, picotazos de los banderilleros y espadazos del torero.
En lugar de eso, y como no sirve para toro de lidia, lo destinan a becerro de carne.
Poco después de que lo indultaran, aparece por la dehesa un camión, lo hacen subir a su caja, lo llevan al matadero más o menos cercano y se lo carga un carnicero de un certero machetazo.
Pero, si en vez de toro de lidia hubiera nacido persona humana, ¿morirá compadeciendo a los que, por tener una cornamenta “comme il faut” (como debería haberla tenido) van a morir dentro de cuatro años y en público?
Si el becerro sacrificado en el matadero poseyera además del instinto de embestir la capacidad de pensar, envidiaría a sus coetáneos de cuernas aptas para la lidia.
Morirán en la plaza, pero después de cuatro años gozando la libertad de las  anchas dehesas, de contemplar el mar de encinas que a sus pies se pierden cuando desde una loma las mira, de haber sido libres cuatro años y no solamente uno o dos meses.
Entonces, ¿por qué los antitaurinos son antitaurinos?

Porque desprecian cuanto ignoran.