lunes, 25 de julio de 2016

EL ESTIMULANTE DESCONTENTO




Sentencia el diccionario que “coña” significa “guasa” o “broma simulada”.
Exactamente lo que es éste ruinoso cachondeo que, desde que la escenificaron los tunantes que no tenían ni pajolera de lo que es la democracia, la impusieron a los españoles a los que eso de la democracia les parecía algo exótico y, por su exotismo, cosmopolita y contrario al cutre y cuartelero régimen de Franco.
“Si le franquismo es malo” razonaron, “lo contrario al franquismo tiene que ser bueno”.
Y ¿qué era lo más escandaloso del franquismo? Que al pueblo lo había privado el Dictador  de la suprema aspiración humana, votar.
Si el franqauismo era malo porque la gente no votaba, esta coña a la que llaman democracia debe ser el sursum corda, la pera limonera, la almibarada guinda roja del pastel cremoso.
¿No eran desgraciados entonces los españoles porque no votaban?
¿Por qué se quejan  ahora de que los obliguen a votar con demasiada frecuencia?
¿Tanto influye el régimen por el que los ciudadanos sean esclavizados, que su felicidad depende de la manera que haya conseguido mandar el que mande?
Si ni con dictadura ni con democracia están contentos los españoles, a lo mejor su descontento no se debe al régimern bajo el que sean esclavizados.
Puede, es un suponer, que en la naturaleza del español no sea su alma ni su cuerpo lo que determine su felicidad.
A lo mejor, ¿por qué no? el español es feliz cuando está descontento, cuando su insatisfacción lo empuje a buscar cómo ser feliz no siendo lo que es sino lo que quisiera ser.
¿No dicen los sádicos que disfrutan haciendo daño y los masoquistas dejándose hacer daño?
¿Por qué ese desequilibrio entre lo que ya es y lo que todavía no, obliga a los españoles a rechazar lo que tienen y buscar lo que todavía no han encontrado?

CEMENTERIO PARA MASCOTAS



Ahora resulta que la ingeniosa Manuela Carmena, que alcaldea el municipio de la capital de las Españas, ha tenido otra ocurrencia: acotar un espacio para que lo ocupe un cementerio de mascotas.
En el provenzal del que proviene, esa palabra significa  hechizo, embrujo, encanto,
¿Y quien hechiza, embruja o encanta al hombre hecho por Dios a su imagen o semejanza?
El Demonio, el antidios.
Ya son tan humanos los animales de comapañia que hasta la alcaldesa Carmena les va a facilitar un terreno acotado para que duerman su sueño eterno.
Porque, ¿qué es un cementerio?
Es un lugar en el que, después de su muerte terrenal, los difuntos esperen la hora gloriosa de la resurrección para empezar la eternidad gozosa.
Es fundamental que el reposo del cuerpo en la tierra esté protegido para que el Diablo no pueda profanarlo y robar sus almas.
Por eso, a los cristianos se les enterraba entre los muros sagrados de una iglesia y, cuando se sospechó que ese sistema podría perjudicar la salud de los vivos circundantes, se levantaron cementerios en las afueras de las ciudades y el espacio, siempre acotado por paredes, se consideró lugar sagrado.
¿Para qué?
Hay dos razones: A) para impedir que el demonio penetrara donde reposaban los justos y B) para impedir que el alma de los justos saliera del sagrado y entrara en territorio diabólico.
¿Estará tambien vallado el cementerio que para los animales de compañía apodados mascotas construirá Carmena?
¿Qué diablo puede estar interesado en apoderarse del alma de los animales de compañía, que en vida fueron el alma de sus dueños?
El malo, y puede que de eso sepa mucho Carmena, tiene designios inescrutables porque lo que es evidente es que ni el Demonio ni Carmena dan puntada sin hilo.