viernes, 12 de agosto de 2016

FELICIDAD ESTIVAL

FELICIDAD ESTIVAL

Que dejen de doblar las campanas para empezar a repicar  y que el muecin anuncie la buena nueva desde su alminar.
En la segunda semana de éste agosto ominoso y espeso se insinúa la brisa redentora que tornará en plácida primavera el metálico verano.
Un primer soplo fue que, por fin, puede que haya gobierno en un tiempo no tan prolongado como lo ha sido el interminable período en el que los españoles han carecido de gobierno que los oprima.
Casi simultáneamente, los olímpicos que en Rio de Janeiro fracasaban al intentar justificar ganando medallas los 46 millones de euros gastados en enviarlos, empiezan a lucirlas en sus recios o gráciles cuellos.
Tiempo memorable este tiempo de la primera decena de agosto.
Como el gallo es nuncio del sol radiante que se insinúa en la raya del horizonte,  éstos días del mes más insoportable son preludio de tiempos plácidos, de una época feliz que durará todo lo que tarde en materializarse alguno de los presagios que se amontonan, para pasar del futuro al presente.
Pero, como recomendaba hace ya seis siglos Juan del Encina, “ Hoy comamos y bebamos y cantemos y holguemos, que mañana ayunaremos”.