sábado, 20 de agosto de 2016

OCURRENCIAS DE RIVERA

Mis más cercanos amigos discuten durante horas sobre la metempsicosis, aunque les traiga sin cuidado si las almas de los que mueren transmigran al cuerpo del que va a nacer.
Pues al joven Rivera le pasa como a mis amigos: o no sabe de lo que habla o no se ha dado cuenta de que si consigue una mayor proporcionalidad en el reparto de escaños, su Ciudadanos saldrá perdiendo cuando pase de monaguillo a sacristán.
Si pide mayor proporcionalidad en la asignación de escaños es porque desconfía en que el actual sistema, que favorece a los más votados para perjudicar a los menos, pueda alguna vez favorecer a su Ciudadanos si consigue ser el partido más votado.
También puede beneficiarse Ciudadanos del actual sistema electoral si, como los nacionalistas hacen, concentran toda su atención en una parte del territorio e ignoran el resto.
Pero lo que haría razonable este sistema irracional de escoger a los más adecuados para ejercer un cargo a los que no tienen ni idea de los derechos que le otorga ejercerlo y las limitaciones que la realidad impone a sus deseos, es la fragmentación del mapa electoral en tantos distritos independientes uno del otro como diputados tengan que ser electos.
El que más votos consiga ejerce el cargo y, el que menos, se va la oposición o a su casa.
El electo, que debería su cargo a los votantes que lo hayan elegido y no al partido que lo incluyó en sus listas, obedecería mas a los primeros que al segundo y votaría a favor de lo que les convenga a los que lo eligieron en vez de al partido que lo impuso.
Circunscripciones uninominales llaman a eso que, por dejar en manos de la gente la decisión del que debe representarla, no permiten las burocracias de los partidos que se aplique.

Y aquí a quienes hay que contentar es a las burocracias políticas. Los ciudadanos, que voten al que el partido decida, que todos somos iguales si todos somos igual de obedientes.