domingo, 4 de septiembre de 2016

COMEDIA Y NO DRAMA


“Y luego, in continente, 
caló el chapeo, requirió la espada, 
miró al soslayo, fuese y no hubo nada” (Cervantes)

Como al valentón  de Cervantes le va a pasar a unos cuantos que yo me sé y cuyos nombres repite el eco de la publicidad concertada que es la prensa oída, escrita o televisada.
Todos ellos, cuando los que ahora los obedecen los obliguen a obedecerlos, reirán los chistes que ahora les rien a ellos los que los obedecen.
Porque olvídense de esa vulgaridad de que la gente se aúpa al poder para ganar dinero: lo que a los políticos “los pone (cachondos)” es que les rían los chistes, les abran paso, los adulen como ellos tuvieron que adular a los que les mandaban a ellos.
No es la política una noble lucha por la supervivencia sino una artera competición por la preeminencia.
Así que de esa manera sería conveniente entender éste episodio nacional de los políticos españoles compitiendo entre ellos no para conseguir ser considerado el mejor, sino para demostrar que los demás son peores que cada uno de ellos.
Y, ¿en ésta comedia chusca quien engaña a quien y quien sale ganando?
Los engañados, ante todo, son los espectadores que pagaron para ver la representación de un drama y solo les ofrecen una astracanada, que es un drama de cuchufleta.

Y los que ganan son el empresario que contrató a los cómicos a menos precio que si fueran los actores de drama que anuncia el cartel, los propios actores sobrevalorados por la publicidad cartelera y las vicetiples que enseñan las piernas, más vistosas que el talento que pudieran, o pudieran no tener.