jueves, 8 de septiembre de 2016

PEDRO SÁNCHEZ Y SU DESTINO


Hay personas convencidas de que ese poder sobrenatural inevitable e ineludible con que la vida los marcó al nacer se sobrepone a su conveniencia y su voluntad para marcar cada acto de su vida hasta que logre conseguirlo.
Un hombre cuya voluntad y conveniencia se somete al mandato de su destino es Pedro Sánchez, un ser humano con formación, aptitudes, y expectativas vitales similares a los demás de su generación.
Si es como los demás, ¿por qué el secretario general de un partido, que tiene por bandera la igualdad, se empeña en ser diferente para ser más que los otros?  
Porque obedece al mandato de su destino que es, o está convencido de que es, ser Presidente del Gobierno de España.
Hay reformistas religiosos que hasta murieron para alcanzar su destino, pintores frustrados como Adolfo Hitler que, convencido finalmente de que su destino era inalcanzable, le pegó un tiro a su perra Blondi para pegarse el siguiente tiro a si mismo, y tiranos como Stalin que agonizó mientras los que lo adulaban en vida, se disputaban su poder.
Pobre Pedro Sánchez, cuyo destino le impide ser feliz al obligarlo a ser presidente del Gobierno.
Si ese destino que lo guía lo hubiera librado de la fatalidad de cumplirlo, sería un hombre feliz como gerente de una compañía de informática, director del departamento de ropa para señoras en unos grandes almacenes o concejal de festejos en un ayuntamiento gobernado por su Partido Socialista.