jueves, 15 de septiembre de 2016

LA CORRUPCION



Hay un lubricante imprescindible para que el motor que permite el avance de la Humanidad no se gripe y siga funcionando: la corrupción.
“Dádivas quebrantan peñas”, sentenciaba el pedante refrán de mi época lejana que, en la actual, quiere decir que no hay nadie tan reacio a conceder lo que le piden que no lo haga si le regalas un jamón.
O si le meten unos millones en una cuenta para que reclasifique un terreno.
¿Por qué, entonces, la corrupción tiene tan mala prensa en esta España corrupta de la que hablan las radios, comentan los tertulianos y se lee en los periódicos?
Porque no todo el mundo tiene capacidad para corromperse: sólo el que tiene en sus manos la posibilidad de conseguir algo que otro necesite.
¿Y quien monopoliza esa capacidad en ésta España evanescente que es la España Democrática?

Los políticos que en ella mandan, los que manejan  cualquier presupuesto público caído en sus manos para que su reparto se pueda rentabilizar en votos.