lunes, 26 de septiembre de 2016

CONTUBERNIO CONTRA SANCHEZ

Hubo en los remotos tiempos de mi juventud un contubernio judeo masónico (alianza entre dispares) para quitar de en medio a un enemigo común que se las tenía jurada: el Caudillo.
La Historia es el relato de conspiraciones de los malos contra el bueno y la víctima de todos los malos de ahora contra el mejor de todos ellos está en pleno fragor.
Todos los partidos políticos, capitaneados por sus aviesos cabecillas, se proponen desde hace años arrinconar al mejor de ellos, que lo es porque es el centro común de sus inquinas: Pedro Sánchez, el caudillo socialista.
Todos los votos que suman los enemigos de Sánchez elección tras elección los consiguen sus enemigos quitándoselos al que más los merece, el sufrido y persistente Sánchez.
Y es que esto de la política, en España, tiene un carácter de sharía, la ley islámica que se basa en que toda reverencia que no se rinda al Dios verdadero es una afrenta contra el verdadero Dios.
Así, voto que se deposite a favor del Partido Popular, pongamos por caso, es voto del que se priva a Pedro Sánchez, el que por su naturaleza se merece ser el único acreedor a todos los votos, a todas las adhesiones, a toda obediencia.
Es ésta que todos libran contra Sánchez una inverecundia, una desvergüenza, una desfachatez.
Osados votantes españoles que al dar a otros los votos que solo Pedro Sánchez se merece recaen elección tras elección en un absurdo y vituperable contradios, una sinrazón admisible únicamente si la perpetran los privados de inteligencia y capacidad de raciocinio.

Negar el voto al socialista Sánchez es admitir que ese votante no alcanza la suprema categoría de ser humano, el único capaz de someter su instinto al mandato de la razón.