jueves, 20 de octubre de 2016

MENOS HABLAR Y MÁS HACER

Hay casos, como el de la muerte, en los que es peor no hacer nada que equivocarse al hacer algo.
Pedro Sánchez, el pasado del Partido Socialista, se equivocaba en lo que hacía cuando era el mero mero del partido.
Pero, ¿no es peor este partido socialista del postsanchismo, que como definía el clásico el estado de desconcierto, no sabe ni qué hacer ni qué decisión adoptar, (“nec quid consili capiam nec quid faciam scio”)?
Y es que el PSOE de Sánchez se empecinó en el “No” a que el Partido Popular formara gobierno, mientras que el socialismo posterior ha cambiado el no por el sí, pero sin ponerse de acuerdo en el cómo.
Y es que hay ocasiones en las que merece la pena no hacer nada para evitar el mal mayor de equivocarse y otras en las que equivocarse al hacer algo es menos perjudicial que no hacer nada.
Felices siglos aquellos en los que la historia la hacían y deshacían los hombres de acción, los que se abrían paso en la vida a espadazo limpio, afianzando su cabeza sobre sus propios hombros gracias a que descabezaban a sus enemigos.
Como ahora está mal visto cargarse al que se niega a convencerse por la palabra, las relaciones de poder son un permanente cotorreo entre loros tan absortos en escuchar sus propios granznidos que no oyen los de su interlocutor.
Vuelva el hombre a relacionarse como se relacionaba al principio de los tiempos, que los revolucionarios caines se carguen a los burgueses abeles sin mediar previamente palabras que  desemboquen en el enfrentamiento.
Así, los presidentes del gobierno de España lo serán porque en un enfrentamiento a sable a diez metros de distancia uno del otro, le dispute el cargo.
Y para que el pueblo participe, que para eso hay democracia, que se televise en directo esa eficaz manera de conseguir la presidencia.