El del PSOE es un cuento como el
de la haba que nunca se acaba porque su comité federal convocado a la
remanguillé para unir las discrepancias que habían dividido al partido ha
servido para descubrir nuevas grietas que cuartean su unidad.
Por una mayoría de 139 a 96 han votado
abstenerse en la votación de investidura de Mariano Rajoy y facilitar que el
Partido Popular siga gobernando.
Pero no se había terminado de
anunciar el resultado y los perdedores ya insinuaban que están dispuestos a
ignorar su derrota para que, en el momento de la votación, el candidato del
Partido Popular no gobierne.
Les bastaría imponer su alegato de
que el voto en conciencia de los reacios a aceptar el resultado de la votación
en el Comité Federal prevaleciera sobre el de la disciplina de voto
generalmente seguido hasta ahora.
Así que la votación del comité
federal de los socialistas ha servido para fragmentar todavía más al PSOE.
Y si los socialistas son los
perjudicados, ¿a quien favorece?
Evidentemente a los demagogos
lunáticos de Podemos, dique de anclaje para los restos de la desbaratada flota
socialista, autodesarbolada por su choque contra la armada del Partido Popular.
Ninguno de los náufragos
socialistas buscará cobijo en el Partido Popular contra el que han luchado y perdido hasta ahora.
Podemos, por lo tanto, es la
opción que les permitirá seguir combatiendo contra Rajoy y sus populares.
Después de la debacle, los
vencidos tienen que reagruparse y seguir peleando contra el mismo enemigo común
aunque ahora, y ya arriada la bandera socialista, bajo la de Podemos.