lunes, 31 de octubre de 2016

LA CONFESIÓN DE PEDRO SÁNCHEZ


Esa entrevista de Jordi Évole a Pedro Sánchez en “Salvados” me hizo evocar aquellas confesiones sacramentales en las que, al admitir ante el confesor el pecado cometido, el interés fundamental del penitente era justificar su conducta.
En varias ocasiones de esa entrevista, el entrevistado asumió su culpa en acontecimientos que desembocaron en su dimisión como secretario general del PSOE, pero flotaba sobre las cabezas de entrevistado y entrevistador  el halo turbio de la responsabilidad de los que indujeron a pecar a Sánchez.
Como la conjura judeomasónica contra Franco, el complót financieroperiodístico tuvo la culpa de que Sánchez se viera en la calle, privado del amparo de la secretaría general socialista.
Hay que reconocer la incauta ingenuidad de Sánchez, que creía tanto en los que le bailaban el agua al principio de su secretariato que ni se percató de que el mismo periódico que lo halagaba podría más tarde ver negro lo que antes había visto blanco.
Confesión la de Sánchez ante Évole que, si pretendía la absolución de sus culpas, es imposible que la consiga porque en ningún momento  insinuó siquiera su propósito de enmienda.
¿Qué tendría que enmendar de su conducta anterior Pedro Sánchez, si los pecadores fueron otros?