martes, 22 de noviembre de 2016

EL YA NO IMPERDONABLE ABORTO

Cuando el propietario de un negocio de venta al público percibe que está perdiendo clientela recurre a un ardid ya rutinario por repetitivo: organiza una rebaja para que el comprador se lleve el mismo artículo por menos dinero.
Este papa que nos llegó de la Pampa y que tan bien se mimetizaba con aquel paisaje ha debido percibir que los clientes de su religión son cada vez más reacios a acudir a sus servicios y, para recuperarlos, ha rebajado el precio de lo que vende.
La Iglesia católica, como nadie ignora, vende su asesoramiento y guía para que, cuando llegue el día que inevitablemente nos llega a todos, tengas plaza reservada en ese resort que es el cielo.
En su última campaña para conservar clientes tradicionales y atraer a nuevos, el jefe argentino de la iglesia universal ha decidido que sus dependientes no rechacen de plano a los que aspiren a alojarse en el cielo, aunque hayan intervenido en un aborto.
Se castigaba especialmente el aborto porque, al impedir que alguien naciera, se renunciaba a que el que iba a nacer y sus milmillonarios descendientes potenciales fueran alguna vez clientes de los sucesores del Papa.
El perdón sacramental de los implicados en  la interrupción violenta de la vida antes de que el nascituro nazca es, por ahora, la última rebaja de la iglesia católica para aumentar su clientela.
Hay otra empresa del mismo ramo que la Iglesia en la que manda el Papa, llamada Islamismo,  cuyo número de clientes aumenta a ritmo más acelerado que el de los que pierde la Iglesia Católica.
El éxito lo consigue exigiendo requisitos cada vez más estrictos para poder comprar plaza en su Paraiso.

Que la competencia por matar a mientras más gente mejor,(a los indefensos porque carecen de capacidad para evitarlo o a los que les falta voluntad para defenderse) siga. A ver quien mata a más.