domingo, 4 de diciembre de 2016

LOS OBSERVATORIOS

El tenebroso submundo de la política española germina en misteriosas logias que, conocidas por observatorios, son en realidad la almáciga donde nacen los políticos que serán trasplantados en su momento a los partidos.
Hay observatorios para todo: por ejemplo, observatorio para la libertad y observatorio contra el tabaquismo: el primero promueve el derecho a fumar de los que fumen y el segundo la prohibición de fumar para no dañar al fumante ni a los que inhalen gratis el humo del cigarro.
Hay observatorios para todo lo observable en todos los niveles de las administraciones: de barrio, municipal, provincial, autonómico, nacional e internacional y las actividades de todos ellos financiadas por las administraciones correspondientes, nunca por los curiosos observadores.
Muy de vez en cuando, alguna indiscreción permite vislumbrar el esotérico inframundo de esa raiz de los partidos políticos que son los observatorios.
Una de esas ocasiones fue la información que ABC de Sevilla publicó el 13 de abril de 2013 titulada “Los 36 observatorios “imprescindibles para la Junta” y que enumeraba desde el Observatorio del Flamenco al de Prácticas innovadoras (¿?) como subcontratados indispensables para que los políticos y funcionarios contratados hicieran tan bien su trabajo como los índices comparativos con otras administraciones demuestran.

Y uno, que paga sin protestar (porque de nada serviría quejarse) tiene la arrogancia de preguntar: ¿por qué, en vez de subir mecánicamente los impuestos con los que pagan a tanto observador emboscado en tantos observatorios, no se va todos a observar la televisión en sus casas?