Uno, que de
tantas como ve en la televisión ha llegado a considerar la vida como una
película de cine, se desconcierta a veces.
Por ejemplo,
cuando lee como hoy ha leído este titular en Libertad Digital: “Maillo acusa a
Ciudadanos de tener miedo a gobernar y le pide que se comporte como Rajoy”.
(Será
suposición equivocada, pero uno se malicia que el del partido popular se
refería a la negativa de Inés Arrimadas a intentar formar gobierno en Cataluña,
a pesar de que fuera la suya la candidatura que más votos logró e pasado día
21).
Lo malo es que
la señora Arrimadas hizo exactamente igual que Rajoy había hecho cuando el 21
de enero de 2016 rechazó la invitación del Rey para formar gobierno, aunque la
candidatura del Partido Popular que encabezaba fue la más votada en Junio del
año anterior.
Así que la
señora Arrimadas, aunque haya hecho igual ahora que había hecho Mariano Rajoy
antes, ha disgustado tanto a Fernando Martinez-Maillo como alabó a su jefe cuando hizo lo mismo.
El señor
Maillo y los políticos en general, ¿dicen siempre lo que creen o piensan? ¿Deben
los electores confiar en lo que diga un político? ¿Es habitual que un político
diga lo que crea que a sus posibles votantes les gustaría oir?
Los ciudadanos
que somos creyentes confiábamos antes en la Divinidad que nuestra particular fe
nos inspirara como recurso para librarnos del mal y garantizarnos el bien.
De un tiempo a
ésta parte los políticos han reemplazado a aquellas divinidades tutelares y el cambio ha sido un cambalache en el que
hemos salido perdiendo.