miércoles, 4 de enero de 2017

LOS REYES MAGOS

Procedieran de Persia como la etimología del nombre de “magos” indica, o de la Tartessos andaluza como apunta el Papa Benedicto XVI, la de los que llegaron para ofrecerle regalos al niño recién nacido en Belén es una bella historia aunque no pasara de improbable leyenda.
Todo recién nacido merece ser recibido con el regalo que se ganará por lo que aportará a la humanidad durante sus años de vida porque de todos, al nacer, se espera que el mundo que deje a su muerte sea mejor que el que lo recibió.
No hay ningún recién nacido que no deje rastro de su existencia cuando su vida acabe.
Porque la vida es una permanente evolución en constante progreso hacia la perfección, que culminará en el equilibrio de lo que se ansía y lo que se puede conseguir.
Por eso, la humanidad es hoy más numerosa y feliz que lo era cuando Cristo nació y peor que lo será así que pasen mil años.

El día de hoy es mejor que el día de ayer y peor que el día de mañana.

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