jueves, 9 de marzo de 2017

COSAS DEL BULIN
















Se conoce por “inciertos” a aquellos personajes mitológicos como Pan, Fausto o Silvano de los que, aunque se tenía la convicción de que habían sido superiores a los seres comunes,  había dudas de que hubieran alcanzado la categoría de dioses.
Algo similar pasa desde, va ya para cuarenta años, con un bulín o lupanar muy conocido, cuando murió su madama perpetua.
Como se dudaba si evolucionaría a cabaret de lujo o retrocedería a quilombo de aldea, a esos tiempos de incertidumbre se les llamó “la transición”.
Simple metonimia porque antes, durante y después, el mismo local servía para los mismos propósitos: satisfacer al que procuraba satisfacción mediante el pago de la cantidad estipulada.
Así que antes de la transición, durante la transición y después de la transición habrá cambiado el nombre antiguo de “dictadura” por el actual de “democracia”.
Pero los clientes siguen acudiendo al lupanar para que las meretrices de hoy les presten el servicio que les prestaban las de ayer, a cambio de un precio convenido y actualizado, según la evolución del IPC (Índice de Precios de Consumo).

La tarifa de precios por servicios se renueva, siempre al alza cada año, en unos llamados “presupuestos” porque se presupone que deben cumplirlo tanto los palanganeros y las profesionales del bulín como los clientes, conocidos cariñosamente por cabritos.

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