lunes, 1 de mayo de 2017

LIBERTAD SINDICAL

Si los sindicatos que hoy han sacado a los trabajadores a las calles españolas sirvieran para lo que dicen que sirven, sus mandamases no serían gerentes discretos y no comediantes populacheros.
Dicen que los sindicatos defienden los intereses de los trabajadores así, en abstracto,
Es como si un bufete de abogados prometiera asistencia legal a todos los quejosos, paguen o no la cuota convenida bilateralmente para que los letrados resuelvan el problema del cliente.
No es raro, por ejemplo, que el mismo sindicato que representa a los trabajadores del transporte de mercancías que exigen mayor salario, defienda simultáneamente a los de la empresa que las elabora y a los que las distribuyen.
El aumento del costo salarial de la primera de las tres empresas repercutiría en las otras dos y hasta podría determinar sus cierres.
¿Debe el mismo sindicato representar a sus afiliados de una empresa y perjudicar a los de otras que también pagan su cuota como elaboradores y distribuidores del material que llevan los transportistas?
Denunciar el tinglado sindical tal como está montado en España no es lo mismo que ser antisindicalista.
Al contrario: deberían poder operar tantos sindicatos como cumplan los requisitos administrativos  que se exigen para la constitución de un bufete de abogados.
Y que entre ellos compitan en eficacia y tarifas por atraer a los que requieran sus servicios.
Pero, del gobierno, que no esperen ni saquen ni un duro.

Eso sería libertad sindical.

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