miércoles, 17 de mayo de 2017

LO QUE VALE UN PEINE



Andan los españoles últimamente la mar de preocupados con lo que llaman la corrupción política, que consiste en que alguien que puede facilitar desde la administración que un particular haga algo, le cobra unos dineros para evitarle pegas.
Es dinero que cambia de manos tiempo antes de que el negocio en trámites administrativos empiece a dar dinero.
El que evita la ocasión evita el peligro, se decía antiguamente.
Si de verdad quieren los políticos acabar con la corrupción administrativa, lo que dudo porque de ella son los principales beneficiarios,
a) que simplifiquen o supriman los requisitos administrativos para que los ciudadanos abran tiendas y negocios.
b) que, en el caso improbable de que merezca la pena no cerrar una empresa que no sea rentable, la ayuda  administrativa no pase de reducir parcial y temporalmente sus obligaciones tributarias.

Así, además de entorpecer la corrupción administrativa, los compradores sabrán lo que les cuesta realmente los que compran.
Ahora, además de lo que le paguen al vendedor, el comprador paga con sus impuestos lo que la administraciones subvencionan por todos y cada uno de los eslabones de la interminable que se inicia con la idea del que proyecto y acaban con la retirada de los desperdicios sobrantes.
Sin subvenciones administrativas, los que lo compren sabrán lo que les cuesta un peine.

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