jueves, 29 de junio de 2017

ETICA Y ESTETICA



Quedamos todavía algunos antediluvianos de la raza humana irremediablemente  condenados a extinguirnos, como pasó con los dinosaurios cuando un asteroide cayó hace 66 millones de años sobre lo que ahora es la península de Yucatán.
La subespecie humana ya casi extinguida es la de los raros individuos que anteponen la estética a la ética como nutriente y soporte de la vida.
El asteroide que desencadenó la mutación de la raza humana deshumanizándola de veleidades estéticas para revestirla de piel exclusivamente práctica cayó sobre el Congreso de los Diputados Español, que conmemoró el aniversario de las primeras elecciones democráticas españolas con la ausencia forzada del artífice de la democracia, el Rey Juan Carlos I.
Y es que a esta democracia de pacotilla que gracias a su anterior rey sufren los españoles, le han practicado una lobotomía que le permita recordar lo que conviene y olvidar lo que la incomode.
Pero algo debió salir mal en esa intervención quirúrgica o, quizás, demasiado bien.
Porque su resultado permite tener siempre presente una guerra civil que empezó antes de que Juan Carlos naciera, para recuperarla a partir de que el ya rey se fuera a cazar elefantes y otras piezas con habitat en las alcobas.
Y el rey que es rey porque su padre le cedió el trono, ¿qué dice?
Felipe VI calla y otorga.
El hijo de su padre que hoy reina única y exclusivamente porque heredó el trono de su padre ha aprendido a nadar a favor de la corriente, como el camarón.
El desaire que ayer sufrió el Rey Juan Carlos es su, por ahora, último servicio a la Corona que hoy ciñe su hijo, un hombre práctico para el que la estética es, más que un lujo, un estorbo.

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