La sangría del paciente como procedimiento
quirúrgico contra cualquier desarreglo orgánico hace ya tiempo que quedó en
desuso, gracias al progreso de la ciencia médica.
También el
progreso ha arrumbado otra institución ya caduca: la de los cronistas de la
villa.
Eran
distinciones con las que favorecía el que mandaba en las ciudades al que le
garantizara que relataría los acontecimientos de manera favorable al mandamás.
La libertad de
todo ciudadano para recopilar y difundir información y pensamiento acabó con la
criba favorable al que mandara, que el cronista de la villa ejercía en nombre
del que lo hubiera nombrado.
Ya así lo
señalé cuando agradecí hace años que, como parte de una pandilla de paisanos,
se nos nombrara cronistas de la villa de Palma del Río.
Como a tal me
convocó el alcalde que me había nombrado para que diera mi opinión sobre el
Observatorio del Guadalquivir que pensaba construir para atraer turismo, sin
aclarar si pretendía atraer turistas que buscaran los riesgos del deporte, la
legendaria gloria del toreo, el embrujo del cante jondo o la excitante lujuria
sexual.
“Es para poder
aspirar a que se nos conceda una partida de los fondos comunitarios”, me
ilustró.
Malditos fondos
que han permitido dispendiar mucho más dinero público del que llegó desde
Europa.
Hubo poco
después otra convocatoria, esta por parte de uno de los cronistas: el
beneficiado con la concesión de una licencia de emisión radiofónica, se dice
que por los servicios prestados a Gaspar Zarrías en el conflicto por el cierre
de la Pegaso, Manuel Muñoz Rojo.
Nos propuso el
colega cronista aspirante a cronista jefe, y rechazamos, que delegáramos a largo plazo en su persona la capacidad y
autoridad para representarnos.
Después de eso,
fue nombrado por el Alcalde, con sueldo del Ayuntamiento, director estratégico
del plan de desarrollo de Palma del Rio.
No parece a
primera vista que el cargo se compagine con su formación académica, licenciado
en historia. Los historiadores son doctos en el pasado y los planes
estratégicos preparan el futuro lejano.
Que es
influyente salta a la vista, aunque no se le pueda culpar de que su influencia
la emplee en beneficio propio: si la programación de Radio Palma-Cadena SER
resulta chocantemente parcial hacia los intereses del Partido Socialista, es
porque es el que genera más noticias, no porque al propietario de la licencia
lo haya contratado el alcalde socialista.
Si se le vendió
una casa que a otros aspirantes a compradores no se les había vendido es porque
se adaptó a las normas urbanas y los demás no.
Tan celoso de
su bonhomía es que se dio por aludido cuando, sin nombrar ni sugerir el nombre
de Manuel Muñoz Rojo en una red social, se difundió que la casa que quisieron y no
pudieron comprar por salvedades impuestas por la administración municipal, se
había vendido
Ni que Muñoz Rojo
tuviera influencias en el ayuntamiento…