Si se
diferenciara realmente el catalán de
otros pueblos vecinos habría que reconsiderar la convicción de que la
informática y su universalización del conocimiento han eliminado las barreras
que hasta ahora separaban a los pueblos.
¿Conocerse
mejor acerca, o distancia?
Seguramente lo
segundo porque es difícilmente imaginable que la región pakistaní de Azad provoque
un conflicto parecido al resto de España como el que le plantea Cataluña, una
región española.
El divorcio de
España que los separatistas catalanes proponen habría sido innecesario sin
convivencia previa.
Jean Paul
Juncker, el presidente de la Comisión Europea lo sabe porque le consta que el
divorcio entre parejas casadas se contagia imparablemente a hombres y mujeres
que atraviesen dificultades en sus matrimonios.
“No quiero una
Cataluña independiente”, dijo. “Otros harían lo mismo”.
Esos otros a
los que se refería son, naturalmente, los territorios y regiones que fueron
independientes unos de otros hasta que la conveniente afinidad los empujó al
matrimonio por intereses compartidos que son todas las actuales naciones
europeas.
¿El de Cataluña
sería un divorcio porque se mustió el amor, o porque los intereses de uno de los que
formaban la pareja lo seduce más que seguir casado?
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