domingo, 5 de noviembre de 2017

LA PATRIA ESA ENTELEQUIA

 Esa ventolera de indignación inducida que hace ondular últimamente a los españoles tiene su intríngulis: ¿es el patriotismo consecuencia del sentimiento que emana de la patria?
¿Es la patria el punto de coincidencia sentimental de los que se identifican como patriotas?
¿Es posible una patria sin patriotas? ¿Puede el patriota transferir su amor de una patria anterior a otra posterior?
Con una publicidad eficaz todo es posible, y mucho más si al receptor de la propaganda le da igual ocho que ochenta, y le importa tanto el jabón como el hilo negro.
(Hay una dentistería sevillana que, en su anuncio radiofónico, se declara a sus futuros clientes “comprometida con su sonrisa”).  
Si los dientes pasan a ser más imprescindibles para sonreír que para masticar y triturar los alimentos, ¿qué puede esperarse de la Patria?
¿Debe estar dispuesto el ciudadano a matar al enemigo de su patria y a dejarse matar por ese enemigo?
En esto de la patria hay demasiado cuento. Tanto o más que en ese hálito intangible conocido por amor, que en el momento de materializarlo ya empieza a esfumarse.
Amor a la patria: doble fantasía, eternidad caduca.



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